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miércoles, 4 de enero de 2012

Curiosidades SUD

Cerrad vuestros corazones.
“CERRAD VUESTROS CORAZONES”
Por el Presidente Spencer W. Kimball

Estos comentarios fueron hechos por el Presidente Kimball (en aquel entonces cono miembro del Consejo de los Doce) mientras estaba en un tour de la misión de Latinoamérica entre el año 1967 o 1968. Esto fue dicho a los misioneros de esa misión antes de ser entrevistados por el Presidente.

NOTA: Este discurso tiene actualmente un caracter de apocrifo y aunque de amplia circulación inclusive dentro de la Iglesia (ccm y demases), no se encuentra en ningún texto oficial, liahona, conferencia, libro, etc. De hecho, en carta consulta enviada a las oficinas generales de la Iglesia en Salt Lake City estos expresaron de que guardaban serias dudas respecto al origen o credibilidad del discurso. En cumorah lo publicamos en caracter informativo sin posicionarse si es o no un mensaje que vino de Spencer W., sin embargo esta aclaración es necesaria.

“Si existen problemas en la misión que podáis sacar a luz para que yo pueda ayudar a vuestro presidente y a vosotros, me encantaría hacerlo. Si hay situaciones que son difíciles, si hay problemas que son desconocidos, permitidme daros un ejemplo.

En una de las misiones encontré una situación mala. Uno o dos misioneros habían roto las reglas (como el Presidente. dijo esta mañana). Ellos empezaron por romper algunas reglas solamente. Todo lo que hicieron fue sólo ir a una cierta casa cada domingo por la noche para cenar. El Presidente no sabía nada acerca de eso. No fue muy serio; debían haber estado en su pensión estudiando. Pero esto fue una costumbre cada semana.

Después de un tiempo, esos misioneros estaban trayendo a otros y pronto estuvieron bailando los domingos por la noche algunos de ellos. Y entonces estuvieron flirteando un poco y entonces algunos empezaron a jugar naipes cada domingo por la noche. ¡Y entonces estaban bailando en lo oscuro con algunas de las hijas de los Santos!

La próxima cosa que sabemos que pasó fue una excomunión.
Fui allá y todas las cosas quedaron claras. Supe que un chico estuvo a punto de ser excomulgado. Ciertamente había cerca de 18 misioneros en esa área que habían caminado como ovejas al borde del precipicio. Ellos no habían intentado hacer algo malo, sino que simplemente siguieron al líder. Habían ido a cenar allá, y se habían puesto a flirtear un poquito.

Pero el caso es que había 18 misioneros que sabían que ese chico había ido demasiado lejos. Ellos sabían que él estaba besuqueando y acariciando a una chica, pero nunca dijeron nada.

Cuando los entrevisté, les pregunté: ¿Por qué no le dijeron al Presidente las cosas malas que estaban sucediendo?

Uno de ellos dijo: Pues, no me meto en asuntos ajenos. Este élder puede hacer lo que le plazca – ¡Si él quiere arruinar su misión, para mí está bien, es su problema, es su misión! ¡Si él quiere arruinar su vida, es su decisión, es SU vida!”

Y entonces les dije a estos elderes:” ¿Qué es de sus misiones? ¿No es ésta su misión también? ¿No es ésta su iglesia también? ¿Van a permitir que una persona haga más daño del que ustedes pueden reparar? ¿Van a permitir que haya un misionero que arruine todo lo que ustedes hicieron acá?

Usted ha estado 20 meses acá, élder, y ha estado trabajando bastante duro y a veces usted, ha hecho una obra notable. ¿Va a permitir que un escándalo, un escándalo aquí, anule todo lo que usted ha hecho? ¿Va a permitir eso? ¿Está dispuesto a hacerlo?” El dijo: ” Bueno, no lo había pensado así.”

Bien, pues eso es lo que pasa, ¿no es así, elderes? ¡Esta es vuestra misión! ¡Esta es vuestra iglesia! Un escándalo en una comunidad aniquila toda vuestra obra, quizás la que todos juntos podríais hacer. El trabajo de dos años anulado por un escándalo en la comunidad. ¿Pensáis vosotros que tenéis una lealtad? ¿Y dónde están vuestras lealtades? ¿Sois leales a vosotros mismos? ¿Sois leales a vuestros compañeros? ¿Estáis dispuestos a permitirle continuar y continuar hasta que caiga?

Cuando él fue excomulgado, fue un día triste para esa misión, porque él fue un buen joven y todos los misioneros le amaban, y algunos de ellos lloraban. !Sí, lo recuerdo! ¡Algunos de ellos estaban llorando! ¡Su hermano había sido excomulgado y enviado a casa en deshonra!

Y entonces les dije: Elderes, ¿saben quién excomulgó a este chico? No fui yo; ni su Presidente; ni tampoco el tribunal de elderes. ¡Fueron ustedes! ¡Ustedes excomulgaron a su hermano! ¿Cómo? ¡Pues su ustedes hubieran ido hablarle al élder cuando estaba rompiendo las reglas diciéndole! ¡Elder, no vamos a hacer eso!, eso hubiera cambiado todo el problema. Todos nosotros perdemos espiritualidad cuando cosas así pasan.

Ahora supongamos que él no hubiera hecho caso y ustedes le hubieran dicho otra vez: ¡Elder, usted no debe hacer eso! ¡No podemos estar haciendo ese tipo de cosas!

Y entonces supongamos que ustedes, hubieran ido por tercera vez y le hubiera dicho: ¡Elder, lo siento pero si usted no desiste voy a tener que decírselo al presidente de la misión, porque no voy a permitirle que se destruya a sí mismo!

¡Yo pienso demasiado en ustedes! ¡No voy a permitir que destruya esta misión! ¡Yo pienso mucho en la misión! ¡No voy a ir hasta el Presidente como un soplón, pero voy a avisarle para que él pueda proteger todo el programa si usted no desiste!

Vosotros podéis ver que no hay nada feo en esto, ¿o sí? Así es como debe ser porque nuestra lealtad es primero al Señor, a la Iglesia, a la misión y al mundo.
Ahora otro pequeño incidente que está relacionado con este.

En una misión de los EE.UU., un día un vecino entro en la casa de un miembro nuevo. La vecina no era miembro, pero ella vino y estaba acostumbrado a entrar en la casa sin golpear. Así que ella fue a la casa este día y vio a su amiga, la hermana SUD, sentada en una silla y a un élderes sentado a sus pies – y esto os dejara perplejo – ¡El élder estaba cortando las uñas de los pies de la hna. O pintándosela o algo así.

Bueno, esto no fue un pecado imperdonable, pero fue indiscreto, ¿no? Aunque nada más estaba pasando, tenemos a un élder sentado en el suelo, sin tener puesta su corbata ni el saco y una mujer en parte vestida y el élder pintándole las uñas o haciendo algo. Por causas de esto, ¡la ciudad fue cerrada! Esta vecina que no era miembro salió y esparció este incidente por todo el barrio y por toda la ciudad; y aunque hubieron muchos conversos con el paso de los años, esta ciudad fue cerrada, absolutamente cerrada a la obra misional por veinte años.

¿Pensáis que los misioneros pudieron entrar en esa ciudad? ¡Por supuesto que no pudieron! ¡Porque todavía se recordaba esa indiscreción! Ellos no habían cometido un pecado, por lo menos estoy muy seguro de que él nunca ha hecho algo inmoral. Pienso que no fue nada más que una fea indiscreción. Y fue bastante fea, ¿verdad? ¡Fue lo que llevo a cerrar esa ciudad! ¿Comprendéis?

Por eso digo que la misión pertenece a vosotros; sois 150 en total y esta misión pertenece a vosotros. Cualquier cosa mala que suceda en esta misión hace que sea masa difícil enviar misioneros y también es más difícil hacer cualquier cosa.

Y también se hace más difícil entrar en los hogares donde se han oído cosas feas acerca de la Iglesia. Por eso un élder no está solo; no puede estar solo. Tiene que estar en armonía con el programa, ¿no? ¡Y cada uno de vosotros está interesado! ¡Todos! Y a vosotros no os conviene permitir que vuestro compañero o que cualquier persona que conozcáis haga que vuestro compañero realice algo muy grave trayendo problema no solo a vosotros sino al programa también.

Pensad en esto un poco, porque muchas personas dicen: ¡Yo no voy a ser un soplón! Pero de ninguna manera es así. ¡Es un aviso, como si vierais a dos ladrones entrando en la casa de vuestro vecino! Algunos dirían: Pues, no diré nada sobre esos ladrones. ¡Que se escapen! ¡Es el problema de mi vecino!

¡NO!, DEBEMOS INVOLUCRARNOS. Nos involucramos: vamos rápido hasta el teléfono y llamamos a la policía….

Si vemos a alguien que le está haciendo daño o atentando contra su vida – como paso en New York hace un tiempo atrás: una chica fue acuchillada y cortada en pedazos por algún maniático y habían personas presenciando el hecho, y NO HICIERON NADA. ¡Ella grito pidiendo ayuda! Pero nadie se movió. Ni siquiera llamaron a la policía. Y allí en la calle yacía muerta la pobre chica. NADIE QUIZO INVOLUCRARSE.

Es tiempo de que EMPECEMOS A INVOLUCRARNOS, y esto empieza por cada uno. Y cuando cualquier misionero en cualquier misión empieza a romper las reglas, ES EL TIEMPO en que TODOS SUS COMPAÑEROS DEBE INVOLUCRARSE.

¡No significa que se encarguen de dirigir a la persona! ¡No significa que sean descorteses! Significa que ellos estén interesados y se involucren, y hay una manera amable para hacerlo.

Os digo que no sería tanta las reglas rotas si un misionero dijera al otro: Elder no vamos a hacer esto, ¡no vamos a ir allá y hablar con esa Chica! ¡Eso no es bueno! Y si logramos detenerlo cuando recién ha empezado a hacer algo malo es mucho mejor que cuando se encuentra en una TRINCHERA, pues es muy difícil cavar por fuera.

Muchas veces tenemos que mandar misioneros a casa, a su familia, en deshonra (frecuentemente excomulgados) porque quizás sus compañeros no le amaron lo suficiente. Quizás sus compañeros no fueron valientes para decir: USTED SE ESTA SALIENDO UN POCO DE LA RAYA. No vamos a hacer esto, vamos a preocuparnos y hacer esto, esto, y esto.

Estas reglas misionales, como ven, son muy importantes. Hemos temidos 137 años de experiencia. Me parece que es bastante como para probar algo, ¿No?

Durante 137 años hemos llegado a la conclusión de que si dos personas se quedan juntas las posibilidades de pecar o de tener problemas se reducen alrededor de un 98%. Y una vez cada mucho tiempo dos compañeros se vuelven malos, pero esto no es común.

¡Si tan solo los misioneros CERRARAN SUS CORAZONES cuando salen de Salt Lake para su misión! Si tienen una chica dentro de su corazón, está bien, ¡pero ENCERADA ADENTRO! Pero, si no la tenéis adentro, entonces CERRAR VUESTRO CORAZON para con todas las otras chicas; y esto también se aplica para las hermanas igualmente. Estoy hablando principalmente a vosotros, elderes. ¡Vosotros CERRAD VUESTRO CORAZONES y DEJAD la LLAVE en casa y JAMAS LOS ABRAIS AQUÍ! ¡Es imposible enamorarse de alguien a menos que se abra vuestro corazón! Vuestro corazón es el único órgano que tiene la habilidad para estar enamorado, y cuando el misionero dice: ¡Me enamore de esa chica!, es porque QUIZO enamorarse. No nos enamoramos a menos que queramos recibir una sorpresa. Nunca nos caemos en un cráter a menos que estemos caminando por el borde del cráter.

He estado en el Vesubio y también sobre varios cráteres y volcanes y yo sé que uno no se cae en un cráter a menos que – esté en el borde de un cráter. Así que simplemente ¡GUARDAD CERADOS VUESTROS CORAZONES! Dije `cerradlos en Salt Lake o cuando salen para la Casa de la Misión, y NO LES DEIS PENSAMIENTOS.

Ahora si vosotros decís: esta chica es más o menos bonita, o ella es una chica muy dulce o me gustaría hablar con ella o solo me gustaría visitarla, entonces estas a punto de tener problema os puede traer más problemas en el transcurso de vuestras vidas y también mucha pesadumbre.

¿Me permitís insistir otra vez? ¡CERRAD VUESTROS CORAZONES Y DEJAD LA LLAVE EN CASA! ¡Doquier viváis, dejad la llave en casa con vuestros padres!

Alguien pregunto: ¿Hay daño alguno en casarse con una chica Mexicana si usted está haciendo la misión en México? ¡No eso no es un crimen pero prueba que algún misionero ha tenido su corazón abierto! ¡EL lo abrió! ¿Es malo casarse con una chica Alemana habiendo estado usted en la misión en Alemania? ¡No, no es un crimen, si usted la conoció en alguna otra manera! Pero cuando usted la conoce en el campo misional y ha abierto su corazón, ¡le digo que no es correcto! ¡Y usted ha disminuido su misión!

Simplemente GUARDAD VUESTRO CORAZON CERRADO, TODOS vuestros PENSAMIENTOS deben estar en la Obra Misional.

¿Puedo decirlo en una forma aun más clara? Me gustaría, porque no hay razón alguna para que un misionero este envuelto, ni aun en una manera decente con cualquier chica durante su tiempo en la misión. ¡Este no es el lugar! ¡Vosotros lo prometisteis! ¡Fuisteis al TEMPLO! ¡Acordaos de lo que hicisteis en el TEMPLO! ¡Recordad que prometisteis hacer todo para vivir los mandamientos! Este es uno de los mandamientos cuando entráis al CAMPO MISIONAL: ¡No te asociaras con mujeres jóvenes en cualquier otra base que no sea la base de proselitismo! Vosotros prometiste, y pienso que no os gustaría romper una promesa hecha ante el SEÑOR en su SANTO TEMPLO. Y cuando escribisteis la carta de aceptación al Presidente de la Iglesia, todo estaba implícito.

Vosotros sabéis, por supuesto, cada misionero sabe que no está yendo a la misión para cortejar ni para hallar esposa. Tendrás muchas oportunidades cuando regreséis a casa. El Campo Misional no es el LUGAR.

A veces vemos a un hombre joven que no ha sido muy popular en casa; él ha sido muy tímido y no ha tenido muchas salidas con chicas. Así que cuando llega al campo misional y alguien lo lisonjea un poco – alguna chica muestra mucho interés en el – entonces el comienza a lisonjear. También piensa: ¡Con ella debo casarme!

Pero a él le digo esto una vez más: CIERRE SU CORAZON EN CASA y si no lo ha hecho, HAGALO AHORA Y MANDE LA LLAVE A CASA.

No permitáis que entre a vuestra mente alguna impresión o pensamiento romántico.

Por dos años os habéis consagrado al Señor, totalmente, para enseñar el Evangelio al mundo. Cuando hayáis hecho esto perfectamente por dos años, entonces al volver a casa seréis infinitamente más atractivo más hábil más digno, más maduro para tomar decisiones importantes, relacionadas con la persona con quien compartir la Eternidad.
Ahora, no tratéis en hacer esto; más bien ¡HACEDLO!

Espero no haberos ofendido de alguna manera. Pero espero que entendáis el Espíritu de esto y si conocierais algún problema que se están empezando a desarrollar gracias a un misionero que se está pasando de la raya, me gustaría que le hablarais en una manera amable y amorosa, diciéndole que si persiste en seguir ese camino equivocado, entonces hay algo más que hacer y vosotros tenéis la lealtad para hacerlo. Que Dios os bendiga a vosotros, misioneros, y espero visitaros más adelante.